“LLEVANDO ESPERANZAS”




La tarde había transcurrido con total parsimonia, con la misma rutina de siempre solo con la diferencia que ese sábado de noviembre la lluvia no había cesado, don Santos había tenido una noche intranquila había dado vueltas y vueltas en el camastrón, se había acostado con el dolor de cabeza que le provocan siempre los días lluviosos y nublados, pensó en que era noviembre y que “en noviembre no llueve”, pero logro por fin conciliar el sueño por un par de horas hasta que lo despertó un temblor apocalíptico que en primera instancia lo relaciono con una de sus peores pesadillas. Siempre vivió allí a la orilla de una quebrada insignificante que nunca se inundo, hasta ese domingo. Cuando el agua les cubrió los pies junto a su familia tomaron la decisión de salir, don Santos subió a un muro, en el que ya estaban algunos nietos, sus nueras y una hija. Se disponía a darle el brazo a su madre cuando una ola de agua, lodo y piedras se la arrebato, allí mismo se fueron su esposa, dos hijos y cuatro nietos. Los busco desde la mañana del lunes 9 hasta el miércoles 18, “se los llevo la quebrada” dice resignado mientras llora con amargura a la sombra de un denso almendro.

Esta historia y otras más que escuchamos el día de nuestra visita diagnostica, a diferentes zonas de San Vicente que fueron afectadas por el huracán Ida, nos llevó a desplegar una movilización que en lo personal me sorprendió. Los muchachos encarnaron el hecho de ser agentes activos del Reino y promovieron en sus iglesias, en sus familias y entre sus vecinos la recolección de víveres, ropa y artículos de primera necesidad para ayudar a nuestros hermanos vicentinos. Fue una semana intensa, sin descanso de ir y venir entre las actividades académicas de la universidad, compromisos familiares y eclesiales. Dos días con sus noches nos las pasamos clasificando ropa, pesando frijoles, arroz y azúcar todo esto lo hicimos con alegría fueron instantes de comunidad que ha impactado y unido a un mas a este grupo de lideres, estudiantes y obrero.

Se vivió de todo, desde pastores que se movilizaron hasta aquellos que catalogaron la actividad como “vagancia espiritual”, pastores que apoyaron de mala gana, que vieron la tragedia como castigo divino. Sin embargo eso no menguo el entusiasmo y entre mas inconvenientes surgían mas se acrecentaba nuestra fe y confianza de que Dios proveería lo necesario. A dos días del viaje teníamos a disposición tres vehículos pero no teníamos dinero para la gasolina, pero nuestra dependencia de Dios tuvo frutos y para el jueves ya teníamos 23 voluntarios y el dinero necesario.

El viernes 20 emprendimos nuestro viaje, al que nombramos “Llevando esperanzas”, llegamos al asentamiento Valle Verde a orillas del rio Acahuapa, allí jóvenes que son parte del ministerio “Castillo del Rey” y que también forman parte del MUC, jugaron con los niños, les hicieron reír y compartieron de manera lúdica la Palabra. También estudiantes del GEB de psicología de la UES San Miguel realizaron actividades psicoterapéuticas grupales con los niños y adultos de esta comunidad orientadas a disminuir el estrés postraumático, tras el desastre. Fue una mañana intensa en donde se compartió con cerca de 100 personas entre niños y adultos. Posteriormente se entregaron los paquetes con víveres y ropa tanto en Valle Verde como en la comunidad El Calvario. Se ayudaron, aunque no tanto como hubiéramos querido a 125 familias. El paquete que se entrego contenía 3 libras y media de frijoles, 3 de arroz, 2 de azúcar y dos de harina, además contenía dos paquetes de espaguetis y fósforos. La actividad culmino con un momento de meditación de la palabra entre los voluntarios, en donde retomamos nuestro compromiso cristiano con respecto a nuestra mayordomía ante la creación pero también levantamos nuestra voz profética al denunciar que lo acontecido no había sido producto de un “desastre natural” sino que por la avaricia de unos pocos, que se apropiaron de vastas tierras y rasuraron los bosques del volcán Chichontepec que servían como retención y absorción del agua lluvia, además como lo diría el profeta Miqueas en su tiempo, el modelo económico implementado por los poderosos que desde siempre han oprimido a nuestro pueblo, estos que han sangrado y se han comido a los pobres, es la causa principal por la cual la tierra para construir luego que fue expropiada, se le impusieron precios inalcanzables para los desposeídos provocando que muchas personas vivan en zonas de alto riesgo.

Por medio de este informe agradecemos a todos aquellos quienes colaboraron con la ejecución de este proyecto de ayuda para nuestros hermanos vicentinos, tanto aquellos que aportaron dinero para la movilización y compra de víveres esas que compartieron lo poco que tenían, también aquellos que se esforzaron en la logística antes y durante el evento, a pastores e iglesias que se involucraron y claro a lideres, estudiantes y profesionales del MUC, sin cada uno de ustedes esto no hubiera sido posible. Que nuestro buen Dios, el Dios de la vida los bendiga a todos.

MUC-SAN MIGUEL.



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